2013
Director: Pablo Larraín.
Guión: Pedro Peirano, basado en una obra de teatro de Antonio Skármeta.
Actores: Gael García Bernal,  Alfredo Castro, Luis Gnecco.
Fotografía: Sergio Armstrong.
 
¿Por qué? Gael García Bernal es, hasta el momento, un actor que elije buenos proyectos.  Ha llamado la atención de la crítica con esta historia sobre la dictadura chilena.  Sudámerica ha tenido varios dictadores: Videla, Stroessner, etc… pero no sé qué tiene Pinochet para haberse hecho más famoso que los demás.  Quizá, como parece demostrar esta película, no fue lo bastante duro.  No hace mucho vi otra película de Larraín, Post Mortem, era interesante pero no me convenció completamente.

¿De qué? La dictadura chilena de Augusto Pinochet intenta legitimarse ante la Comunidad internacional mediante un plebiscito similar al que realizó Franco en España.  Es una partida con las cartas marcadas, la opción gubernamental cuenta con todos los medios, pero se permite a la oposición una pequeña ventana de 15 minutos diarios en la televisión nacional.  El publicista René Saavedra luchará porque no se caiga en la tentación de la denuncia.  Porque el mensaje del NO sea más optimista y «publicitario».

¿Merece la pena? Esta tendencia del cine sudaméricano ya empieza a identificarse.  Se trata de un nuevo tipo de aproximación al realismo con tinte subjetivista.  Elefante Blanco, Miss Bala, Post Mortem, serían ejemplos de esta tendencia.  En estos casos, producciones con buenos medios  que reconstruyen acontecimientos históricos desde el punto de vista del protagonista sumergido en una acción caótica, a la que asistimos lateralmente.  Imita el color mediocre de las primeras cámaras de vídeo de los años 80 e intenta reconstruir de modo veraz situaciones y conversaciones de tinte íntimo.  En mi opinión, lo consigue.  Tenemos la sensación de estar espiando a los actores en sus conversaciones privadas y, más adelante, a asistir a multitudinarias reuniones y manifestaciones sumergidos en el caos que vive su protagonista.  NO es, por tanto, una película radical en su estilo.  La historia que cuenta deja entrever -para el espectador muy atento- un mensaje ambiguo en que los buenos son manipuladores que engañan a una sociedad con un fin noble.  Y también trazos de la situación personal de su protagonista que no parece disfrutar del éxito de su empeño.  Es una película algo distante, no emociona demasiado, ni siquiera cuando los protagonistas obtienen su victoria, pero es inteligente e interesante.  Más desde un punto de vista histórico y sociológico que personal.


Página oficial y trailer.
Críticas en Rottentomatoes.

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