2001
Director: Roland Suso Richter.
Guión: Johannes W. Betz.
Actores: Heino Ferch, Sebastian Koch, Nicolette Krebitz, Alexandra María Lara, Claudia Michelsen.
¿Por qué? Maldita sea si echo de menos el periodo de la Guerra Fría, pero me asombra el modo en que el mundo ha olvidado esta amenaza que fue eje de la política mundial. Ya nadie teme que una bomba atómica rusa caiga sobre una cercana capital, ni se hacen películas sobre una tierra devastada por la contaminación nuclear (recuerdan When the wind Blows… ¿no? … mejor). Bueno esta es una película de fugas, pero los protagonistas no se fugan de una prisión sino de un país, la República «Democrática» Alemana. Efectivamente, al estar en la frontera del mundo comunista la RDA se convirtió en uno de los regímenes políticos más totalitarios que el mundo ha conocido. En la RDA las fábulas literarias de George Orwell –Rebelión en la granja y 1984– se acercaban bastante a la realidad. Tengo que dar todas estas explicaciones porque, como he dicho, dudo que los jóvenes de hoy sepan de lo que hablo.
¿De qué? Basada en una historia real pero sin privarse de algunas libertades artísticas, nos cuenta la historia del obcecado nadador Harry Melchoir, que se niega desde un principio sufrir la opresión del régimen comunista. Huye al Berlín Occidental e inicia con unos cómplices un tunel de 150 metros que permita huír a un grupo lo mayor posible de alemanes. Sobre todo a una querida hermana, Lotte, a quien a prometido que no abandonará. Semejante tunel será una obra colosal, un esfuerzo desmedido, pero no hay otro modo de conseguir la libertad de Lotte.
¿Merece la pena? Se trata de una película modesta con actores alemanes. Tiene el aire sencillo de una producción para televisión. Sin embargo, está bien. Los protagonistas no son agentes secretos, ni sofisticados espías ingleses. Son humildes ciudadanos que quieren reunirse con su familia, una familia que vive al otro lado de una larga pared. En el lado oriental la vida cotidiana y las relaciones con la policía están bastante bien descritas. La dirección es simple, me recuerda lo que Kirk Douglas opinaba sobre el famoso director de Hollywood Raoul Walsh. Según Douglas no es que sus películas tuvieran ritmo, es que Walsh rodaba deprisa porque quería acabar lo antes posible. No se portaba como un Jefe sensible y culto sino como un grosero capataz. Bueno, The Wall es una producción poco sofisticada pero lleva buen ritmo. Esa visión familiar, alemana, de la época. Esos valores históricos son ese «algo más», lo que hace que se eleve por encima de lo que cabía esperar.
Críticas en Rottentomatoes.