2014
Dirección: Daniel Monzón.
Guión: Monzón y Jorge Guerricaechevarría.
Actores: Luis Tosar, Jesús Castro, Barbara Lennie, Sergi López, Edouard Fernández, Mariam Bachir, Jesús Carroza y Moussa Maaskri.
¿Por qué hablo de ella? Esto de que los críticos de cine se pasen a la dirección es un experimento interesante porque plantea la cuestión de si el entusiasmo y una buena formación teórica son lo que hace falta para hacer buen cine. Daniel Monzón fue el crítico algo aniñado del programa de Televisión Española Días de cine, muy simpático, pero yo no hubiera dado un duro por su carrera como director. Sus tres primeras películas me hubieran dado la razón pero la cuarta, Celda 211, soberbia y multipremiada, le catapultó directamente a la primera línea del cine español. Esta es la razón para verla, con un tema de actualidad y un presupuesto suficiente, representa lo mejor del cine español actual.
¿De qué? Pocos pasos marítimos en el mundo son tan transitados y conflictivos como el Estrecho de Gibraltar. Para mostrarnos el tráfico de drogas la película nos pone ante dos puntos de vista; el de los policías que intentan detectar los alijos ocultos que entran por el puerto de Algeciras, y el de dos jóvenes sin oportunidades que quieren entrar en el negocio pilotando lanchas rápidas entre las costas de España y Marruecos, África del Norte y África del Sur 🙂
¿Merece la pena? Como es propio de los productos profesionales la película funciona a muchos niveles. El asunto de la película es muy interesante, y el guion, convincente. También son ciertos los rumores de que la producción ha contado con medios suficientes y esta película puede equipararse con las producciones internacionales del cine de acción (lamentablemente, en la raquítica industria del cine español esto es algo digno de notar). Han llamado mucho la atención las persecuciones por mar pero para mí ha sido un deleite la descripción de los ambientes: el puerto, la almadraba, la frontera, la colonia inglesa del Peñón (de Gibraltar), las caóticas ciudades de Marruecos, las estrambóticas urbanizaciones del «boom» inmobiliario.
Tal y como era de esperar, Monzón ha usado a actores muy conocidos para contar la historia desde el punto de vista de los policías. Sin embargo, para contar la historia de El Niño y su banda de pequeños delincuentes ha usado a actores no profesionales de la zona. Es una opción muy acertada que demuestra cierta valentía por parte del equipo de producción.
Por alguna razón, todo este esfuerzo no ha sido completamente reconocido. Se trata de una película de primera fila y un logro notable para su director, que se mantiene a un alto nivel. Sin embargo, los críticos se muestran poco entusiastas y la cosecha de premios ha sido exigua. En mi opinión El niño no se mantiene a la altura que se marca a sí misma y tiene un final algo convencional, insuficiente para cerrar las historias de sus personajes. Es una buena película pero sabe a poco.
A modo de ejemplo citaré la aparición del actor inglés Ian McShane en el papel de un traficante afincado en el peñón inglés. Es un actor muy conocido pero aparece semioculto, siempre en planos lejanos, escondido tras un sombrero y una poblada barba. Para mi sorpresa, su personaje queda abandonado al terminar la película sin haber llegado a decir ni una sola frase.
En el lado opuesto, los actores no profesionales transmiten la credibilidad que, seguramente, perseguía el director al elegirlos. Y, en el caso de Jesús Castro y Mariam Bashir, tiene más carisma que muchas estrellas.